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miércoles, 24 de diciembre de 2025

RESEÑA DE "UNIVERSOS CERCANOS. UNA MIRADA ÍNTIMA DE LA CIENCIA FICCIÓN" DE BARLIN LIBROS



 RESEÑA DE "UNIVERSOS CERCANOS. UNA MIRADA ÍNTIMA DE LA CIENCIA FICCIÓN" DE BARLIN LIBROS

La ciencia ficción y la fantasía han sido, desde sus inicios, territorios privilegiados para imaginar aquello que aún no existe. Su potencia no reside únicamente en la creación de mundos alternativos o tecnologías imposibles, sino en su capacidad para dar forma visual a preguntas profundas sobre la realidad humana. Celia Cuenca, la autora de Universos Cercanos, investigadora en estética cinematográfica y docente especializada en lenguaje visual, se interesa especialmente por esa cualidad del género que permite diseñar imágenes desvinculadas de cualquier tradición previa, imágenes nacidas no del registro del pasado, sino de la intuición de futuros posibles. Esta libertad creativa, lejos de ser un mero ejercicio de evasión, abre un espacio simbólico desde el que reflexionar sobre quiénes somos y hacia dónde nos dirigimos.

A lo largo de la historia del audiovisual, estas ficciones han funcionado como espejos deformantes pero reveladores. Aunque la ciencia ficción haya transitado en ocasiones por la marginalidad cultural, su verdadera fuerza se encuentra en aquellas obras que se sirven del futuro, el espacio exterior o las realidades paralelas como metáforas emocionales y políticas. Títulos que van desde  El cuento de la criada  hasta  Interestellar , o series como  Black Mirror , ilustran cómo el género oscila entre la alegoría íntima y la advertencia literal, entre la exploración del vínculo humano y la inquietud ante un mañana dominado por la inteligencia artificial. La autora destaca particularmente las narrativas que encuentran en lo fantástico una vía para hablar de afectos, miedos y vínculos interpersonales con una intensidad casi táctil.

El poder de estas historias radica también en su dimensión visual. La imagen, en ciencia ficción, es siempre un síntoma: anticipa lo que aún no ha ocurrido y proyecta los deseos y temores de cada época. Antes de que la humanidad pisara la Luna o explorara el cosmos, el cine ya había imaginado planetas lejanos y encuentros imposibles, no desde la exactitud científica, sino desde las inquietudes culturales que marcaron cada década. Por ello, la imagen de género nunca es inocente: contiene en sí misma un archivo emocional de su tiempo. Este libro parte precisamente de esa premisa: la imagen como herramienta para leer la ficción con el mismo rigor con el que se analizaría un texto escrito, reivindicando una alfabetización visual que todavía no se ha interiorizado del todo.

En la enseñanza del audiovisual y en la práctica analítica de la autora, se enfatiza la importancia de aprender a mirar. Todos compartimos referencias que demuestran cómo la imagen moldea la comprensión del mundo mucho más de lo que solemos admitir. En el terreno de la ciencia ficción ocurre lo mismo: sus escenarios imposibles y criaturas extraordinarias afectan al espectador porque hablan de lo humano, de aquello que no se puede nombrar y que solo puede expresarse mediante símbolos.

Uno de los fenómenos que se analiza en  Universos cercanos  es la creciente presencia de la llamada dirty sci-fi, una tendencia estética que, en pleno despliegue tecnológico y en la era del CGI impecable, elige volver al grano, a las texturas analógicas y a la rudeza visual de los años sesenta y setenta. El género mira hacia Tarkovski, hacia Godard y hacia la materialidad imperfecta del celuloide, como si necesitara recordar que lo físico sigue teniendo un peso emocional que lo digital no puede sustituir. Esta corriente, más que una moda, expresa una preocupación contemporánea: la tensión cada vez más marcada entre lo virtual y lo tangible, entre la vida digital que habitamos y el cuerpo que seguimos ocupando.

La autora identifica dos películas como puntos de referencia para analizar el género:  Solaris  e  Interestellar .  Solaris , de Tarkovsky, es paradigmática por su enfoque simbólico y emocional, en contraposición con la ciencia ficción contemporánea dominada por la racionalidad y la superación tecnológica. La película privilegia la dimensión subjetiva de los personajes, incorporando iconos recurrentes como el mar, el fuego o los pájaros, y propone que el género puede ser más poético y menos centrado en la acción. Por su parte,  Interestellar  representa la ciencia ficción íntima en el cine comercial, mostrando cómo grandes historias del género pueden centrarse en la experiencia humana, el tiempo y los vínculos familiares. La película conecta visual y narrativamente con obras de décadas anteriores, demostrando que la ciencia ficción puede trascender la época y mantener un diálogo con su historia.

Cuenca subraya la capacidad del género para operar en tres planos temporales: pasado, presente y futuro. La ciencia ficción, al recurrir al extrañamiento narrativo, refleja las ideologías y preocupaciones de cada momento histórico. Esto permite observar cómo fenómenos como mutantes, zombis o androides funcionan como metáforas de inquietudes sociales y esperanzas colectivas, estableciendo un espejo entre fantasía y realidad. En el pasado, la nostalgia se complejiza: ya no se refiere a un retorno conservador, sino que proyecta un deseo por lo presente que parece inaccesible, articulando historias donde lo que está por llegar cobra significado para los personajes en el aquí y ahora.

La estética del futuro en el cine evidencia dos concepciones contrapuestas: la pulcritud tecnológica y la suciedad material. Esta oposición refleja la relación entre lo virtual y lo físico, y cómo la puesta en escena puede hacer tangible lo intangible. Cuenca destaca que la ciencia ficción contemporánea también cuestiona la tecnificación y lo convencional, desarrollando un giro hacia lo subjetivo y emocional. Esta corriente, definida como ciencia ficción dirty o “sucia”, coloca lo material, tangible y objetual en el centro de la experiencia, generando un vínculo más directo entre personajes y espectadores. En este sentido, la búsqueda de materialidad en el cine responde al “giro material” contemporáneo: frente a la fluidez digital y la inmaterialidad, surge un interés por lo sólido, lo incómodo y lo pesado, elementos que limitan la fluidez y generan experiencias sensoriales más intensas y significativas.

Además de su enfoque en la intimidad y la repercusión de la tecnología en los personajes, Celia Cuenca destaca que  Universos cercanos  aborda la ciencia ficción como un género sintomático, capaz de reflejar los miedos, ansiedades y esperanzas de su época. Este concepto subraya que los elementos fantásticos del género no surgen de precedentes históricos directos, sino que toman forma a partir de las experiencias colectivas y los imaginarios de cada momento. Por ejemplo, mientras la ciencia ficción de los años 40 incorporaba la amenaza de invasiones extranjeras y mutaciones posguerra, la contemporánea refleja la dificultad de imaginar un futuro colectivo y optimista, mostrando una sensibilidad generacional frente a la ausencia de certezas sobre lo que vendrá.

El libro también explica con claridad conceptos esenciales para la narrativa del género, como el  extrañamiento  —ese elemento que desafía nuestra percepción de lo real y guía la historia hasta su resolución— y el  novum , el elemento novedoso alrededor del cual se construye la trama. Cuenca resalta que los novums actuales tienden a ser menos tecnológicos y más ligados a lo humano y lo natural, reflejando la búsqueda de un retorno a la experiencia cotidiana, la emoción y lo espiritual dentro de un género históricamente vinculado a la razón y la perfección técnica. Este análisis convierte al ensayo en una guía didáctica y profunda sobre cómo las imágenes y estructuras de la ciencia ficción han evolucionado para explorar lo incierto, lo abstracto y lo emocional en el cine y la literatura contemporánea.

Celia Cuenca profundiza en el concepto de  novum , planteando que este elemento es esencial para definir la ciencia ficción, de la misma manera que el macguffin estructura el suspense. El novum introduce un planteamiento extraño pero posible dentro de un marco espaciotemporal, y su versatilidad permite abarcar sistemas políticos, programas informáticos o sociedades distópicas. Esta amplitud justifica la necesidad de un término que aglutine lo diverso del género, señalando que, a nivel narrativo, todos los novum convergen en la creación de una situación que desafía lo cotidiano pero mantiene coherencia interna.

Finalmente, Cuenca propone que la ciencia ficción mantiene un potencial crítico y subversivo que no debe perderse. La técnica avanzada y los grandes presupuestos permiten rescatar la esencia conceptual del género: preguntas, reflexiones y advertencias sobre la condición humana y la sociedad. La autora sugiere que hoy existen condiciones propicias para una nueva ola del género, en la que la ciencia ficción pueda explorar tanto lo físico como lo abstracto, reafirmando su capacidad de inquietar, conmover y ofrecer una visión estética y ética profunda más allá del entretenimiento superficial.

En pocas ocasiones se ha abordado la ciencia ficción desde una perspectiva tan personal e introspectiva como la que propone Universos cercanos. Una mirada íntima de la ciencia ficción. La autora no se limita a analizar tramas, mundos o tecnologías imaginadas; se adentra en la experiencia emocional y cognitiva de quienes leen, escriben y viven la ciencia ficción, explorando cómo estos universos fantásticos dialogan con nuestras vidas, emociones y pensamientos más íntimos. Esa aproximación singular convierte a la obra en una lectura especialmente recomendable e interesante, tanto para aficionados del género como para quienes buscan comprender la dimensión humana y reflexiva que la ciencia ficción puede ofrecer.

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